El cuerpo como instrumento musical

Una de las cosas más reveladoras que he aprendido en este primer semestre es que no necesitamos un violín, una guitarra o un piano para hacer música. De hecho, el primer instrumento que tenemos es nuestro propio cuerpo.

En clase hicimos ejercicios de percusión corporal, donde descubrimos que podemos hacer sonidos y ritmos aplaudiendo, chasqueando los dedos, golpeando el pecho o las piernas, e incluso caminando con diferentes pisadas.


¿Qué significa usar el cuerpo como instrumento?

  • Significa reconocer que la música nace desde adentro, desde el movimiento, la respiración, el ritmo natural del corazón.

  • Es una forma de expresarnos cuando no tenemos acceso a instrumentos musicales costosos o complejos.

  • Nos conecta con lo ancestral: en muchas culturas tradicionales, la música corporal ha sido la base de rituales, celebraciones y comunicación.


Lo vivencial y lo pedagógico

Como estudiante y futura docente, este descubrimiento me abrió la mente. Me di cuenta de que no necesito grandes recursos para enseñar música.
Con solo el cuerpo y el espacio, puedo crear una clase dinámica, divertida y significativa.

Además, el uso del cuerpo:

  • Mejora la coordinación motriz.

  • Desarrolla la conciencia corporal.

  • Favorece el trabajo en grupo y la escucha activa.

  • Estimula la improvisación y la creatividad

El cuerpo es el primer territorio musical. Está siempre disponible, siempre listo para sonar. En mis futuras clases quiero partir del cuerpo, del ritmo interno de cada estudiante, del juego que surge naturalmente en el movimiento.

Porque cuando reconocemos al cuerpo como instrumento, también reconocemos que todos y todas podemos hacer música.

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